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¿CUÁL ES TU HISTORIA?
Mi
historia, naturalmente, está siendo escrita. Metafórica y literalmente
hablando. Es una historia como la de cualquiera y al tiempo tan mía, tan única
como yo soy. Es un puzle de imágenes nítidas mezcladas con fotografías borrosas
y granulosas, desordenadas en el tiempo y de intensidades muy variadas. Habré
de organizarlas -o eso intento- para crear con ellas un mapa que me ayude a
seguir añadiendo estampas y emociones a esa que es mi historia.
Mi
historia es blanda y esponjosa, porque está hecha en un noventa por ciento de sentimientos.
Pero no es dulce. Según por donde muerdas amarga un poco. O pica. Es la
historia de una moneda de dos caras, cuyo anverso representa a una niña sonriente
que convive con una escuálida carátula de gesto duro en el reverso. Es una
línea en el tiempo que no transcurre recta, sino tomando continuos desvíos cada
poco tiempo para después volver al trayecto primario. Nunca supe orientarme.
Mi
historia es intensa, porque yo la hago intensa. Porque me inunda la necesidad
de decirme que todo esto habrá de tener un sentido y que para ello habrá de ser
vivido desde el interior del propio volcán; atendiendo a cada gesto, a cada
latido propio y ajeno, a cada ráfaga de pensamiento por volátil o
insignificante que parezca.
Mi
historia es humana, imperfecta y real. Se conforma de partes, de episodios
unidos por la causa y consecuencia -o no-, pero sus límites no siempre están muy
definidos, pues se encuentran en ocasiones abrazados a un mismo tronco, mi cuerpo.
Mi historia son capítulos con un mismo nombre, el mío. Y por eso está siendo
escrita.