Porque te
busco y no.
Porque te
espero sin saber qué espero.
Porque mi
sueño esconde
la fragua de
tu hermético.
Porque entre
las rendijas
se te escapa
a veces
un desliz de
inconsciente
que me
enciende.
Porque,
aunque te maquilles,
aunque
cambies la mueca,
me tiendes
una mano
en busca de
alimento.
Porque tu
niño habita en cada letra
y levantas
una barrera al mundo.
Porque hasta
la torre más alta
se derrumba
a fuerza de ternura.
Porque si
vienes a por mí,
es porque
existo.
Porque si
sigo aquí,
es porque
vives.
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