LA HIJA DEL RELOJERO, Kate Morton |
Somos una maraña de circunstancias que nace de las propias entrañas y se enreda endiablada en cuerpo, alma, cordura y voluntades. Asfixia el pecho, ata de pies y manos, estrangula palabras amordazando lengua y labios, oprime las sienes hasta que las ideas se atropellan y el entendimiento se nubla con decisiones de adulteradas versiones. Y de ahí brota la singular verdad de cada uno. Esa verdad elevada a dogma de fe único y cuidadosamente cosida a nuestro antojo con la que superar nuestros errores.
Enfrente, las verdades del resto. Y el intento de que en la convivencia, sus nudos no terminen rompiendo el poso de sensatez de toda esta locura.
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