LA REPÚBLICA DE MI INDEPENDENCIA

By María García Baranda - noviembre 24, 2014

Hace algún tiempo ya que aprendí la lección más importante de mi vida. El caminar que uno elige trazarse se desarrolla en absoluto estado de independencia física, moral, emocional,… Nos rodeamos de compañeros de vida que van y vienen -e incluso algunos se quedan-, pero el éxito personal reside en no depender de nada ni de nadie. Podremos contar con nuestros afectos, acurrucarnos en ocasiones, compartir espacios y reposar la cabeza en algún que otro hombro, sí, pero quien no asuma que dicha independencia es la más vital de nuestras metas está destinado al más rotundo de los fracasos.
Y sí, lo reconozco, como vulnerable y humana que soy, claro que he caído en estados de dependencia incluso tóxica, pero como rectificar es de sabios, me dije: ¡finito! De todo grado alejado de ser una coraza, es más bien sentido común. Desde entonces tiendo mi mano, sí, pero no para sujetarme y no caer, sino para ofrecérsela únicamente a quien sepa agarrarla incluso antes de que yo haya terminado de marcar mi gesto, y tan solo por el mero placer de rozarme la piel. Desde entonces le regalo parte de mi tiempo a quienes saben endulzarme el oído desnudándose el alma y entendiendo que si no me muestran lo que sienten, yo no voy a darlo por hecho. Desde entonces ya no me doy a cualquier precio, no todo vale y no firmo cheques en blanco. Doy sin esperar nada a cambio, pero al menor indicio de desequilibrada relación: ¡ciao, ciao, ci vediamo!


Porque desde hace un tiempo vivo feliz e inmensamente plena en la república de mi independencia.




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