He dejado las ventanas abiertas. Aunque es agosto no es cálido el aire que entra por ellas, pero me gusta escuchar el tenue goteo que oscureció el día. Ya no son horas de estar despierta. De andar pensando en ese nada que al fin y al cabo es todo. Pero de madrugada siempre me invade la necesidad de apurar cada minuto como si una inusitada claridad mental me diera la mano firmemente y por un instante.
En mi extraña labor tejo los hilos que configuraron mi pasado y los hago bastidor de un desconocido futuro. Mentalmente hilvano cada segundo dedicado a mí misma e inevitablemente a todos y cada uno de los seres con los que me he cruzado en esta intrincada senda que es la vida.
Si ejerzo la autocrítica cuento a cientos las acciones tintadas de inexplicables cambios de opinión. Pero es que, tras la oscilación, todas ellas volvían a su punto original para demostrarme que las primeras impresiones son por algo y que la intuición es fuerza motriz más potente aún que la de los propios actos provenientes del más frío intelecto.
AUDIO RELATO - Música: Where or when, Benny Goodman
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