He
amado hasta convertirme en agua y evaporarme.
Y
me rompí por dentro tantas veces
que
tan solo me unían costuras invisibles.
En osados intentos por no perder el rumbo,
me
regalé una brújula inservible.
Y
lo acabé perdiendo sin remedio.
Me convertí en cartógrafa para trazar un mapa
que
me ayudara a comprender tus faltas y las mías.
Y
naufragaron en lo más profundo del océano.
Y dejé de escuchar mis deseos más íntimos, mis sueños,
para
dejar el hueco a infames confesiones.
Y
ensordecí.
Me he tragado el orgullo y el prejuicio
para
dar vida a oscuras intenciones.
Y
salí herida de muerte.
Hoy quemo en una hoguera candente
cada
retazo de nobleza que por ti guardaba.
Te
retiro la máscara que maquilla tu mueca.
Esa…,
esa es mía.
Te lo dedico,
a
quien no quiso amar ni refugiarse
en
el único rincón que le quedaba
para
salir a flote de la ignominia
que
supone la farsa de un efímero teatro ambulante.
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