Somos una mezcla explosiva de pasado y de futuro, de lo que conformó nuestro espíritu y de aquello que soñamos alcanzar algún día.
Así, el pasado esboza quiénes somos, cómo somos, lo que somos… Tira de nuestros pies en ocasiones, provoca que el miedo invada nuestro cuerpo o cincela rechazos que se tornan eternos. El futuro, sin embargo, nos impulsa al pataleo, a desear el cambio de lo que desgastó nuestro entusiasmo. Convierte en mentira la verdad pasada y en autenticidad la falacia que nos arrastró al lodo. Nos reconcilia acaso con nuestro lado menos bello para hacernos creer que somos una versión mejor de lo que fuimos. Que la seremos.
Y en el cruce, el presente. Motor tangible que da cuerda a nuestra maquinaria. El que marca el minuto y lo descuenta para no devolverlo ya nunca. Contradictoriamente el presente, voz audible en la sombra.
Somos tiempo, y esa es la verdad. Aunque no sea la única.
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