ME DESPIDO DEL HOMBRE Y NO DEL GENIO
By María García Baranda - abril 18, 2014
(A Gabriel García Márquez)
Ochenta y siete años de
vida son muchos años cuando se asientan en el paradigma de la autenticidad
existencial. De nada serviría sentarse en una silla y reclinarse a contemplar
los días sin otra tendencia que la de una inerte aceptación ausente de cualquier
aprendizaje. Quienes, sin perder la noción de lo transitorio de aquella, se
beben las mieles de cada éxtasis y las hieles de cada descenso a los infiernos podrán dar por bien empleado su paso por el
mundo.

Me despido del hombre y no
del genio; y lamento su pérdida. Se va el preclaro pensamiento de lo que somos,
de lo que nos muerde el alma sin huidas, de lo que nos empuja a despegar del
suelo nuestros pies,… Llamó amor al amor, sexo al sexo, mezquindad a la
mezquindad, placer al placer, justicia a la justicia; y jamás se rasgó las
vestiduras por hacerlo. Era tan solo un hombre, ni más ni menos, cronista de
unos tiempos en los que no abunda la naturalidad en la palabra y cuesta menos
arrancar un vestido que desnudar el alma; consciente de que bien podría haber
vivido en la Hélade, en la oscura Edad Media o en tierras de Mahoma, que no
habría tenido que cambiar ni una coma de sus palabras. Me despido del hombre y
no del genio, sí; porque escribir son muchos los que escriben y aunque su lápiz
me parezca sublime, me admiran mucho más sus reflexiones humanas y su capacidad
de poner sus entrañas encima de la mesa y compartirlas.
(“Dile que sí, aunque te estés muriendo de miedo, aunque
después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida
si le contestas que no”.
El amor en los tiempos del
cólera. G.G.M.)
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