Yo no extraño, pues me parece estúpido el vocablo.
Resulta incongruente y paradójico.
¿Es acaso extrañar echar de menos? Yo no lo veo.
Pues extrañar viene de extraño, ¿no?
¿Y no es extraño un ser desconocido?,
¿alguien sin importancia, que no ha dejado huella?
Luego, ¿cómo podría echársele de menos?
No, no es posible. Yo no extraño. Yo echo de menos y por derecho propio.
Echo de menos a quien ya no recuerdo si alguna vez fue extraño,
a quien tornó en elemento necesario y a quien llenó mi cotidiano día,
solo por ser lo que es, como es, tal cual es.
Echo de menos a quien pensando siento y fue capaz de leerme por dentro,
quien me enseñó su yo más vulnerable, sus risas y sus lágrimas,
su parte más sensible, pero también su fuerza,
su coraje y sus ganas.
Echo de menos a quien sé irrepetible.
Echo de menos a quien me engancha el alma.
Profundamente...
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