Llega un momento en la vida en la que te da
igual que la gente sepa, que opine, que se tome la licencia de meter la nariz,…
Llega un momento en la vida en la que solo importa ser fiel a tu corazón y a
tus principios más cristalinos. Y no hay pudores. No los hay. Y si no los hay
para mostrar enfado o mezquindades, que todos tenemos de vez en cuando, ¡cómo
va a haberlos para expresar amor! Jamás. No yo.
Empieza la canción con el verso… “No sé por
qué te quiero, será que tengo alma de bolero…” Pero yo sí lo sé. Lo supe
pronto. ¿Y cómo explicarlo? Me valdría la referencia a una conversación con la
persona que más y mejor me conoce por dentro. Corrí a
refugiarme en ella. La niña corría a su madre. No era nuevo lo que tenía que
decirle, pero lo repetí. “Es él”-, le dije. “Lo es. Toda mi vida esperé
encontrar un amor así y…”
Mi amor es de los que ya no quedan. Es
especial, sí. Lo es. Tiene un corazón lo suficientemente grande como para
albergar una gama completa de tonalidades de sentimientos. Todos. Es capaz de
elevarse hasta el éxtasis más explosivo y de descender hasta la oscuridad más
absoluta, pero siempre y en cada una de sus fases procederá aquello de lo más hondo
de sí. Si se trata de expresarlo podrá ser con palabras, con gestos, con
detalles, con los ojos, con una sonrisa o con una caricia, pero encontrará la
manera de que sepas en qué punto se encuentra su corazón. A plena intensidad, en descenso, a medio gas... Vencerá su tan
significativa timidez e incluso sus buscados silencios, pero no le será infiel
a lo que sus ojos reflejan. Sentido y expresado, así es. ¿Y evaluado? Es
exigente además con aquello que ofrece. No habrá de conformarse con medias
tintas, es de los que se juegan el todo por el todo y calificará duramente
cuánto te da y de qué modo se entrega. Se pondrá a sí mismo en la balanza a
cada instante y se preguntará si es de justicia lo que por ti siente.
Mi amor es de los que ya no quedan, en
efecto. Se sacará mil faltas a sí mismo, se juzgará duramente por aquello que
considera inapropiado o desconsiderado, pero reposa su hacer sobre la
honestidad. Auténtico en sentires, en impulsos, en desmanes y en dudas, en detalles
y en gracias. Es como es, ya en el orden, ya en el caos. Él.
Mi amor es de los que ya no quedan. Te hace
querer ser más. Más completa, más pura, más rebelde, más viva. Más rápida e
ingeniosa, más ligera, más aguda. Te empujará a alcanzarlo. Te mejora en tu
esencia y ni siquiera se da cuenta de ello. Crítico como es, sobre todo
consigo, te dispara la llama de la vida y en ese mismo gesto, tal vez algo
inconsciente, se azuzará a sí mismo a seguir, superarse, a crecer y a la
búsqueda constante de ese algo que en algún sitio espera.
Mi amor es de los que ya no quedan.
Sensibles son sus manos, su corazón, sus dolores, sus amores. De sí mismo creó
lo más sagrado, lo más grande. Y es su Norte y su Sur, su Este y su Poniente.
Oírle hablar de ello, admirarlo, quererlo, observarlo en su entrega es un
auténtico regalo que te invita a quedarte tan absorta…
Mi amor es de los que ya no quedan, pues no
causa otro efecto que el de entregarte entera…
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