NO-DESEOS PARA EL AÑO NUEVO

By María García Baranda - diciembre 19, 2016

     Me recuerdo a mí misma a los dieciocho. Era la noche de fin de año y había, naturalmente, algo de mágico en el ambiente. Ni la noche era fácil, ni el trago era sencillo, pero recuerdo como si fuese hoy a mi gente, los planes venideros y mis pensamientos de aquel momento. Entonces necesité más que nunca en el mundo depositar toda mi esperanza en mis sueños. Con todas mis fuerzas deseé que los días que vinieran, que aquel 1994 me trajese lo que yo más anhelaba. Y quemé malos pensamientos y malas vibraciones. Y visualicé nuevas vivencias y sentimientos positivos. Ese día puse en marcha una maquinaria por la cual deseaba intensa y profundamente. Y soñaba con un mañana. Y tanto deseaba y tanto soñaba, pues,... tantas ganas le ponía a aquella práctica,... que me olvidé de que los frutos no se recogen deseándolos, sino viviéndolos.
   Desde aquel año he tenido esa práctica pegada a la piel. Cada año -y a decir verdad, no solo en esa fecha concreta-, he cerrado los ojos, he formulado mil conjuros y sortilegios, y he pedido y deseado algo que para mí suponía la felicidad. Todos y cada uno de estos años,... hasta ahora, cuando me he dicho: ¡basta, hasta aquí hemos llegado! Ya no más. A partir de este momento le pongo fin a veintidós años de práctica fallida. Y esta vez, y espero que no se me olvide de aquí en adelante, no pienso formular ningún deseo para el año venidero. No tengo intención alguna de pedir nada, de exigir, reivindicar, ni conjurar. En esta ocasión formulo no-deseos para el Año Nuevo. Y diré por qué. No quiero desear, ni tirar balones fuera de mi campo de acción, ni depositar en extrañas fuerzas la consecución de nada que tenga que ver con mi vida. No proyecto el deseo de sentirme feliz, porque es eso, precisamente, un proyecto a futuro.  Mi objetivo es mucho más firme: vivir cada momento presente y tratar de ser cada minuto lo más feliz que pueda. Sueños hay siempre. Ha de haberlos. Pero por encima de ellos ha de haber acción.
   Tengo no-deseos para el Año Nuevo, pues. Tengo el día de hoy. 




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