“Quiero y no puedo” es incapacidad, luego impotencia.
“Quiero, pero no puedo” es disculpa, falta de verdadera voluntad.
“Puedo y no quiero” es soberbia y chulería o incluso un grito de independencia.
“Puedo, pero no quiero” es rebeldía.
“Quiero y puedo” es fuerza de decisión.
“Puedo y quiero” son unas ganas tremendas.
“Quiero, es decir, puedo” es conocer nuestras capacidades en positivo.
“Puedo, porque quiero” es retarse y tener todas las papeletas para conseguirlo.
La combinación ideal de los verbos y sus conjunciones marcan la diferencia.
Tú decides cómo los empleas.
Para que veas que la sintaxis es más útil de lo que tú creías.
¡Palabra de filóloga!
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