HOGAR

By María García Baranda - enero 05, 2018

  


    Hogar es llegar a casa y sin cerrar la puerta quitarme los zapatos. Deshacerme del bolso y  recogerme el pelo sin orden ni concierto. Es dejar los pendientes tirados en la mesa. Hogar es estar en su presencia y sentir que estoy cómoda con mis propios defectos. Es que estos no le importen. Y que estos no me importen. Es que no haya vergüenza por las imperfecciones. Es que no pase nada.  Es no necesitar ser arrebatadora las veinticuatro horas. Hogar es estar guapa y sentirme suprema. Estar suprema y sentirme la única. Es ser la única. Es notar que soy seda para sus ojos. Es que un día normal me haga sentir preciosa. Hogar es confianza y saber que soy yo y que no hay nada más. No tener que medir los gestos de cariño, no contar los “te quieros”, no controlar la fuerza de lo que estoy sintiendo. Es poder expresarlo sin que me invada el miedo de un jarro de agua fría. Es salir a cenar y notar el chispeo de sus ojos. Y saber de antemano que habrá algún elogio. O unos cuantos. O muchos. No quedarme aguardando palabras en silencio. Es no esperar un “pero” que derribe lo bueno. Es no buscar razones que justifiquen las sensaciones grises porque estas se han marchado. Es no ser cuestionada por pequeños detalles. Es pensar en voz alta, es explicar mis cosas, es hablarme a mí misma cuando estamos los dos.
    Cuando alguien te hace sentir así, quédate a vivir entre sus brazos. Eso es hogar. 

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