LIBRE ALBEDRÍO

By María García Baranda - enero 13, 2018




     Como no podía dormir me puse a pensar. Y después a escribir. Y di con un hormigueo que me ataba directamente con el pensamiento de que el albedrío de las cosas es mucho más libre de lo que creemos y, desde luego, mucho más de lo que desearíamos. Por lo que a mí respecta he ido haciendo un camino posiblemente contrario al esperado, pues lejos de ir tratando de controlar todo cuanto está a mi alrededor, he ido soltando hilos hasta tener casi la sensación de que haga lo que haga las cosas van a terminar saliendo como les de la real y absoluta gana. Ya sé que puede sonar a dejadez para algunos o a rendición para otros, pero no van los tiros por ese sendero. O no esencialmente. En absoluto dejo ir las cosas a la deriva, no podría. Principalmente porque siempre he sido de la opinión de que detrás de todo éxito hay un largo y constante trabajo. Natural unas veces, algo más forzado otras. No concibo triunfo de ningún tipo por generación espontánea, sino únicamente tras cultivar la tierra. Y eso lo aplico tanto a lo material o lo profesional, como a lo personal. Y tal vez en mayor grado en este caso. Así que no va la cosa de tirarse al verde, ni mucho menos. Pero sí voy creyéndome eso de que no siempre el que siembra recoge. O aquello otro de que da igual lo que haga que lo que haya de pasar va a pasar igualmente. Quiera yo o no quiera. Y me mate el golpe o no. El factor sorpresa, además, es algo que siempre está al acecho, y eso es algo que aprendí a hierro siendo muy jovencilla. Desde luego que no me resbala el posible zarpazo -¿cómo?-, pues sé de antemano que de indolente gasto poco. Así como que hay zonas de mi piel muy debilitadas ya, que al menor rasguño sangran. Pero ya sé lo que se siente en esos casos. Y también sé qué hacer a continuación. Vida enseña, así de simple. Y marca. Vivir es un riesgo, indiscutiblemente. Y como tal puede sucedernos prácticamente de todo lo imaginable y lo inimaginable. Desde lo más simple hasta lo más enrevesado. ¡Y mucho, en ocasiones! Pero, ¿quién lo puede prever? Por más que te entregues, que te esfuerces, que creas que no, que lo trabajes,… nunca, jamás de los jamases tendrás la garantía de que todo salga a pedir de boca. Nadie la tiene. Así que conviene entender el concepto de que currarte las cosas, tomar caminos sensatos, hacer las cosas que consideras adecuadas a tal fin tampoco te otorga un pasaporte al triunfo. Es, ¿cómo decirlo?,… es requisito imprescindible para aprobar, pero no te lo asegura. Y muchos menos te ofrece un sobresaliente porque sí. Lo que haya de ocurrir ocurrirá y no vas a poder evitarlo. Podrás reducir esos riesgos, podrás minimizar las probabilidades de sorpresas desagradables, de sustos inesperados o de despropósitos aplicando sentido común, intuición y sentimiento. Pero hasta ahí. Nada más. Así que vive, vive y pon de tu parte todo y más para alcanzar lo que quieres, pero sin esperar objetivos, plazos ni modos concretos. Y sabiendo siempre que el libre albedrío campa a sus anchas por ahí. 


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