PEQUEÑOS ESBOZOS: No quiero irme a dormir

By María García Baranda - enero 22, 2018





    Un día, mejor dicho una noche, averiguaré por qué me cuesta tanto irme a dormir y ese día armaré una buena. He intentado centenares de veces atrapar la causa que me ata con un hilo invisible las muñecas y los tobillos para no acostarme temprano. He querido asfixiarla cubriéndole la boca con mi mano. Y he echado cuentas. He jugado con la posibilidad de ser noctámbula de elección y de predilección, por simple gusto y aceptablemente sencillo vicio. He admitido ser de esas personas cuyo cerebro funciona mejor de noche, pensando además que tal vez mis años de estudio nocturno hicieron de las suyas. Por supuesto he acudido a mis vueltas de tuerca, a inquietudes o preocupaciones, a sueños de los que se tienen con los ojos de par en par, a mi movido carácter,… ¡a todo! Pero nada. No hay forma. Y es que me doy cuenta de que no se trata de hallar eso que no me deja dormir, sino aquello que me mantiene terca, inoportuna e incontrolablemente despierta. De eso se trata. Y una noche, juro, daré con ello y…, y ya veremos. 

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