El día en que te atrevas...
... a mirarme directamente a los ojos y aguantarme la mirada sin bajarla.
... a abrazarme sin contar los segundos que se consideran suficientes.
... a dejar la mente en blanco cuando me tocas y te toco.
... a no sacar un tema que ya está desgastado de puro guionizado.
... a no necesitar llevar el control de la situación. Y gestionar los tiempos, los silencios, las intensidades.
... a avanzar el camino y adentrarte en el bosque.
... a no esperar que una explosión destroce el puente construido.
... a no contradecirte y cambiar el discurso. Y olvidar recordando las palabras. Y cambiar las palabras olvidadas.
... a no pensar que un gesto recibido es un veneno, una palabra dicha una amenaza o una ternura un cuchillo afilado que mañana no corta.
... a no relacionar sentires, comparando lo que diametralmente se opone en posiciones, modos y en visión de la vida.
El día en que te atrevas, ese día...
... quizás me entregue entera y sepas ese día quién soy yo realmente. Sin velos, sin censuras, sin pensar y sin muros. Sin escudo y sin armas, sin planos del tesoro, sin mente trabajada, ni acertijos, ni taras. Quizás, tal vez, quién sabe, puede. Ese día quizás me conozcas por dentro de una vez y sin limitaciones. Y ahí tal vez me dé del todo, sí. Tal vez me quede.
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