MÍRAME A LOS OJOS

By María García Baranda - agosto 21, 2017





       Mírame a los ojos. Aguanta la mirada. Firme. Directa. ¿Eres capaz? Mantener el tipo frente a frente, ojos contra ojos, en pugna, no es esta cosa fácil. Exige valentía, osadía tal vez, y una apuesta por desnudar las emociones, los sentimientos. ¿Te importa? Órdago a la grande y a ver quién gana. Supone entrega y constancia. Y fuerza. Porque unos ojos cristalinos alcanzan a comunicar todo aquello que los labios se niegan a pronunciar. Y es que los labios, a veces, son unos cobardes. O unos niños juguetones con su pizca de inconsciencia. Depende. Pero no los ojos, los ojos no. Ellos son viejos sabios, cuya misión ha sido verlo todo desde el principio de los tiempos. Por dentro y por fuera. Juegan, expresan intensamente, disimulan a veces si conviene. Son los encargados de enviar al interior la información recogida con detalle y atención, y los elegidos para lanzar afuera el latido interno de cada momento. Pero hay que ser valiente para ello, ya lo dije, para olvidarse del tiempo que gira alrededor de uno y hacer que el reloj se detenga en ese preciso instante. Para que el espacio se convierta tan solo en el reducido trayecto existente entre esas dos miradas. Bidireccional. Ni un centímetro más. Ni uno menos. Ojos frente a ojos. Y aceptar el reto. ¿Te atreves? Conlleva decisión, transparencia, un punto de insolencia, y ganas de decir. De llegar hasta el límite, justo hasta el borde del precipicio sin perder la concentración, a pesar de que el cuerpo arda y la mente estalle de intenciones. Resistencia. No hay lugar para el pudor. Ni para el recato. Ni siquiera para el miedo. Ninguno de ellos están permitidos cuando se mira fijamente a alguien a los ojos y se pretende agarrar con la mirada. Ya dije que es una batalla abierta y descarnada. Y ahí solo puede ganar el mejor. Tan solo hay que lanzarse. Y a ver qué pasa...


  • Compartir:

Tal vez te guste...

0 comentarios