Al
preguntarme cuál será el color más triste…
Recalo
en los grises azulados de una sombría tarde de recuerdos.
Percibo
el
gélido azul en tus flácidos brazos que de mí se despiden.
Y
en tus grises vacilaciones (finalmente escoges no quedarte).
El
tiempo se ha encargado de marcarme los distintos matices de tu azul.
Los
imprimiste con besos escondidos, tiñéndome los huesos.
Pero
profundos.
Al
tiempo lo descubro
en
nuestras límpidas miradas,
antes
de que la vida nos sumerja en cenizas.
Y
en el libérrimo mar al que desafiabas
aquella
primera noche de invierno.
En
el cielo despejado de miedos que efímeramente te trae
de
cuando en cuando a mi lado.
Y
azul violáceo en el cuarto entre penumbras en el que nos amamos
ajenos
a tu mundo…, que también es el mío.
No
es el color más triste, es de nostalgia.
De
ganas de tenerte y que por un momento
te
dejes ir a tus más íntimos instintos y sentires.
(No
son un sueño, ni un espejismo).
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