(REAPERTURA)
Me he quedado sola en esta guerra. Si escucho alrededor todo es silencio, el silencio de los muertos, ese que huele amargo y hace eco. Al fondo parece percibirse algún goteo procedente de alguna cañería roñosa que albergó decilitros de lágrimas saladas y confusas. Tic, tic, tic, tic,… Hay escombros de lucha y de disparos, de bombardeos de complejos absurdos. La calle está mojada después de haber llovido todo lo que ha llovido, que es bastante. ¿Y el cielo? Encapotado, pero allí al fondo se cuela ese resol de que comienza a abrirse el panorama.
Me he quedado muy sola en esta guerra, después de que el soldado desertara. Tentado a distraerse en otros bandos donde un simple uniforme le cubra cicatrices de metralla. Espero francamente que no decida poner en venta sus principios. Que no traicione la tierra defendida. Ni aquella conquistada. Que costó mucho esfuerzo, mucho sudor y sangre el llegar hasta aquí donde nos encontramos. Desprovistos de todo y desnudos de nada.
Me he quedado muy sola en esta guerra, aunque te intuya ahí. Porque a veces te siento al otro lado. Pero así, de este modo, sin ni siquiera el reflejo de mi sombra, sin camaradas que acompañen mis noches más calladas, cierro los ojos y me veo abandonada al paso, rodeada de un páramo asolado y vacío, yermo de luz y falto de sustancia. Por una rendición sin fundamento alguno, más que el paralizarse ante la vida. Porque no es más que eso. Que no es por mí, qué va. Que esto es por ti. Por no querer luchar a punto como estabas de clavar tu bandera en esa cima. Y por poner un pie en tierra regalada, yo me encuentro aquí sola. En medio de esta guerra. Después de todo aquello que entregué. Sin rendirme jamás. Y aún en pie como me encuentro ahora, sin enemigo alguno y sin peligro ya de ser abatida.
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