ASUNTOS DE BRUJAS

By María García Baranda - agosto 17, 2016

    ¿Sabéis esa sensación de estar conforme con lo que sucedió, con lo que esté pasando, con lo que haya de ocurrir en un futuro? No sabría decir si es "conformidad" de lo que se trata. Tal vez sería más ajustado decir "serenidad". Sí,... serena tranquilidad de que a pesar de meteduras de pata, actúas correctamente. Sopesaste situaciones y fuiste justa, leal y hasta legal. Tiene un punto también de conciencia tranquila.
    Yo, autocrítica por antonomasia y autoflageladora profesional, por más que a veces parezca que no me muevo de mi postura -no lo creáis, es una ilusión óptica-, pienso muchas veces que estoy a punto de volverme loca con mis elucubraciones. En la vuelta de tuerca centésimo tercera o centésimo cuarta suelo decirme a mí misma que me estoy pasando de la raya y sacando las cosas de quicio. Y me siento fatal en ese instante por no saber parar a tiempo. A pesar de ello, no penséis que la mosca que se ha instalado a vivir tras el lóbulo de mi oreja se larga, no. Ahí se queda, oíd, porque hay algo que la retiene. Quizás sea que me ha tomado cariño. ¿Quién sabe?
    La cosa es que hay margen de error, naturalmente que lo hay. Y me equivoco numerosas veces. Pero otras muchas, muchas más y habitualmente cuando el asunto es más relevante, ahí, no me preguntéis por qué, acierto de sobra. Lo sé al momento y suele ser el tiempo el que me lo confirme. Por dónde van los tiros, cómo, cuándo, quién y para qué. Y desde luego hasta el porqué de los hechos. Lo noto y ya. Lo sé con un pálpito dentro de mí. Con la mente también, naturalmente. Hilo. Me quedo callada y empiezo a procesar instintiva y muy rápidamente. Pero hay un latido específico que....ufffffff.... Tal vez sean asuntos de brujas.
    No siempre gusta acertar las cosas, claro. Pero sí siento satisfacción al saber que estaba en lo cierto y que no era una manía mía o un problema de vista. Eso es lo que me provoca una sensación dulce que habrá de ayudar cuando lo que se cuece no es agradable. Naturalmente pago un alto precio por ello y es ponerme en guardia cuando algo no me cuadra. Corro el riesgo de psicotizarme sin motivo, de entrar en tensión y de pasar muy malos tragos. Y sin razón. Y por otro lado, tiemblo de miedo cuando sospecho que algo no muy bueno acecha, por el hecho de contar con un índice de acierto bastante razonable. Eso de cuando el agua suena...
    Sea como sea, al menos me queda mi intuición para captar determinadas cosas. Aunque más que intuición creo que se trata de poner mis emociones, mis sentimientos, mi atención y mi empeño en comprender y conocer a los que me rodean. Me quedo con los detalles de lo que son, de lo que piensan, de lo que dicen, pero sobre todo de lo que sienten. Después tan solo hay que tirar de la madeja, sacar la hebra y coser.
    Dulce sensación la de saber que no me salgo de madre. Amarga cuando das en el clavo oxidado. Risueña cuando te trae algo acertadamente positivo. Mentalmente agotador e inquietante siempre.







  • Compartir:

Tal vez te guste...

0 comentarios