Acabo
de leer en una red social: “La madurez comienza cuando te basta con saber que
tienes razón, sin sentir la necesidad de demostrar que el otro está equivocado”.
Me ha dejado K.O. por dos razones. La primera porque es absolutamente cierto, algo
que viene con la edad y contrapuesto a la soberbia de la juventud. La otra
porque reconozco ser dialécticamente beligerante e insaciable, aunque para
quien no lo sepa no es nada comparado con cómo era hace veinte años. Ya conozco la
sensación de decirme para mis adentros: “ya lo verás”, “ya llegarás”, “ya
vendrás”. Y esa otra de conseguir callarme ese “ya te lo dije”. ¿Para qué?, me
pregunto. Si cada uno ha de vivir su propio serial.
Madurez,
madurar,… me he puesto a pensar los cambios de actitud que traen los años. Hay
un punto de rendición en ellos, de conformismo y, aún mejor, de asimilación de
las cosas. Al tiempo que hay otras con las que ya no te casas. Nunca más.
Celoso como eres de tu propia vida y de tu tiempo, porque va a menos, no tragas
con cualquier cosa. Hasta el día de hoy, entonces, ¿qué está siendo y es para
mí madurar? Seleccionaré ciertas máximas…
Por
lo que a mí respecta, por lo que se refiere a mi interior, madurar es…
1. Ser
capaz de manifestar en voz alta y ante quien sea qué me gusta y qué me disgusta,
qué me place y me contraría, cuáles son mis pecados y algún que otro secreto.
Enseñar de qué pie cojeo y ante qué virtudes me derrito, cuáles son mis vicios
y confesar cuándo he obrado mal.
2. Reconocer
el fondo de mis ideas sin pudor. Y hablar de sexo, y de política y de religión,
sin temor a levantar escamas ni a ser etiquetada de nada.
3. Ser
valiente para mostrar mis defectos (una de las cosas que más me cuestan) y
aprender a estar incluso orgullosa de ellos. De mis imperfecciones, de mis
incoherencias, de mis dudas… Ser capaz de salir a la calle sin maquillaje o
despeinada, tener una pataleta emocional sin castigarme después o hacer algo
disparatado sin tener la necesidad de que justificarme ante nadie.
4. Saber
decir un no sin atormentarme después por haber fallado a nadie.
5. No
confundir el tacto con suavizar las verdades cuando debo decírselas a alguien.
6. E
intentar quitarme de la cabeza que me han fallado a mí por algo personal y
sufrir por ello, cuando ciertamente me han fallado.
Por
lo que respecta a los demás, madurar es…
1.
Asistir a sus caídas tratando de no
vivir por ellos, entendiendo que es su propio proceso.
2.
Asumir cuando te dan la espalda y se
olvidan de lo que eres y de quién eres porque en ese momento no son capaces de
ver más allá de sí mismos.
3.
Ser conscientes y contar con que la
gente cambia y no siempre es para bien. O sí, tal vez sea para crecer. Y que en
dicho cambio te perderán. Y que te dejarán ir. O te obligarán a que seas tú
quien te vayas.
4.
Observar sin interferir los declives
de la gente a la que quieres, de ver cómo se alejan de su esencia o coquetean
con su peor versión, mientras conoces qué vendrá después, comprendes que es una
fase necesaria para ellos y se te desagarra el corazón.
5.
Decepcionarte una, dos, tres mil
veces, sin morir en el intento.
6.
No creerse siempre en posesión de la
verdad y tener fe en que el resto sepa cómo manejar sus situaciones.
7.
Ser exigente con la gente a la que
le das tu tiempo, el único bien que jamás se regenera.
8.
Saber reclamar de vuelta ciertos
valores sin pudor alguno y sin olvidar que estás en tu derecho; adquirido,
ganado y merecido.
9.
Alejarte de lo tóxico sin pensárselo
dos veces: de las personas, de los lugares, de las experiencias y de los
hábitos.
10. Rodearte
de lo auténtico únicamente, saber reconocerlo, aprovecharlo, aprehenderlo y
valorarlo mucho. Y si no lo hallas, quedarte en soledad, pero no venderte a
nada ni a nadie. No todo comportamiento es admisible.
11. Estar
dispuesto a pagar el precio de tu mezquindad cuando aparezca, sin rasgarte las
vestiduras.
12. Saber
que hay trenes que no pasan dos veces en la vida y que otros pasan una y otra
vez; saber que hay estaciones de obligada parada y que hay otras a las que no
has de mirar siquiera.
13. Reconocer
que los ciclos de la vida nos traerán experiencias, gentes, momentos de primera
calidad, de medio pelo y sucedáneos y adquirir la destreza para diferenciarlos
y actuar en consecuencia.
14. Sentarte
en una silla y apretar la mandíbula cuando te hieran y mueras de impotencia,
porque no todo está en tus manos, porque dependemos también de los actos del
resto, porque no siempre te pagan con la moneda justa y porque la vida continúa
y aún quedarán satisfacciones por vivir.
Madurar
es seleccionar qué quieres en tu vida, a quién eliges para que asista a ella,
cómo empleas tu tiempo y nunca, nunca justificarte por ello. El respeto al
resto se da por descontado. Madurar es hacer únicamente lo que te venga en gana
con lo más privado de ti y quererte. Quererte mucho. Quererte siempre. Madurar
es poner límites a aquello que te agreda, luchar con tus vergüenzas e ir a por
lo que te pertenece por justicia cósmica.
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