¿QUÉ ES MADURAR?

By María García Baranda - agosto 18, 2016



Acabo de leer en una red social: “La madurez comienza cuando te basta con saber que tienes razón, sin sentir la necesidad de demostrar que el otro está equivocado”. Me ha dejado K.O. por dos razones. La primera porque es absolutamente cierto, algo que viene con la edad y contrapuesto a la soberbia de la juventud. La otra porque reconozco ser dialécticamente beligerante e insaciable, aunque para quien no lo sepa no es nada comparado con cómo era hace veinte años. Ya conozco la sensación de decirme para mis adentros: “ya lo verás”, “ya llegarás”, “ya vendrás”. Y esa otra de conseguir callarme ese “ya te lo dije”. ¿Para qué?, me pregunto. Si cada uno ha de vivir su propio serial.
Madurez, madurar,… me he puesto a pensar los cambios de actitud que traen los años. Hay un punto de rendición en ellos, de conformismo y, aún mejor, de asimilación de las cosas. Al tiempo que hay otras con las que ya no te casas. Nunca más. Celoso como eres de tu propia vida y de tu tiempo, porque va a menos, no tragas con cualquier cosa. Hasta el día de hoy, entonces, ¿qué está siendo y es para mí madurar? Seleccionaré ciertas máximas…

Por lo que a mí respecta, por lo que se refiere a mi interior, madurar es…

1.      Ser capaz de manifestar en voz alta y ante quien sea qué me gusta y qué me disgusta, qué me place y me contraría, cuáles son mis pecados y algún que otro secreto. Enseñar de qué pie cojeo y ante qué virtudes me derrito, cuáles son mis vicios y confesar cuándo he obrado mal.
2.      Reconocer el fondo de mis ideas sin pudor. Y hablar de sexo, y de política y de religión, sin temor a levantar escamas ni a ser etiquetada de nada.
3.      Ser valiente para mostrar mis defectos (una de las cosas que más me cuestan) y aprender a estar incluso orgullosa de ellos. De mis imperfecciones, de mis incoherencias, de mis dudas… Ser capaz de salir a la calle sin maquillaje o despeinada, tener una pataleta emocional sin castigarme después o hacer algo disparatado sin tener la necesidad de que justificarme ante nadie.
4.      Saber decir un no sin atormentarme después por haber fallado a nadie.
5.      No confundir el tacto con suavizar las verdades cuando debo decírselas a alguien.
6.      E intentar quitarme de la cabeza que me han fallado a mí por algo personal y sufrir por ello, cuando ciertamente me han fallado.

Por lo que respecta a los demás, madurar es…

1.         Asistir a sus caídas tratando de no vivir por ellos, entendiendo que es su propio proceso.
2.         Asumir cuando te dan la espalda y se olvidan de lo que eres y de quién eres porque en ese momento no son capaces de ver más allá de sí mismos.
3.         Ser conscientes y contar con que la gente cambia y no siempre es para bien. O sí, tal vez sea para crecer. Y que en dicho cambio te perderán. Y que te dejarán ir. O te obligarán a que seas tú quien te vayas.
4.         Observar sin interferir los declives de la gente a la que quieres, de ver cómo se alejan de su esencia o coquetean con su peor versión, mientras conoces qué vendrá después, comprendes que es una fase necesaria para ellos y se te desagarra el corazón.
5.         Decepcionarte una, dos, tres mil veces, sin morir en el intento.
6.         No creerse siempre en posesión de la verdad y tener fe en que el resto sepa cómo manejar sus situaciones.
7.         Ser exigente con la gente a la que le das tu tiempo, el único bien que jamás se regenera.
8.         Saber reclamar de vuelta ciertos valores sin pudor alguno y sin olvidar que estás en tu derecho; adquirido, ganado y merecido.
9.         Alejarte de lo tóxico sin pensárselo dos veces: de las personas, de los lugares, de las experiencias y de los hábitos.
10.     Rodearte de lo auténtico únicamente, saber reconocerlo, aprovecharlo, aprehenderlo y valorarlo mucho. Y si no lo hallas, quedarte en soledad, pero no venderte a nada ni a nadie. No todo comportamiento es admisible.
11.     Estar dispuesto a pagar el precio de tu mezquindad cuando aparezca, sin rasgarte las vestiduras.
12.     Saber que hay trenes que no pasan dos veces en la vida y que otros pasan una y otra vez; saber que hay estaciones de obligada parada y que hay otras a las que no has de mirar siquiera.
13.     Reconocer que los ciclos de la vida nos traerán experiencias, gentes, momentos de primera calidad, de medio pelo y sucedáneos y adquirir la destreza para diferenciarlos y actuar en consecuencia.
14.     Sentarte en una silla y apretar la mandíbula cuando te hieran y mueras de impotencia, porque no todo está en tus manos, porque dependemos también de los actos del resto, porque no siempre te pagan con la moneda justa y porque la vida continúa y aún quedarán satisfacciones por vivir.


Madurar es seleccionar qué quieres en tu vida, a quién eliges para que asista a ella, cómo empleas tu tiempo y nunca, nunca justificarte por ello. El respeto al resto se da por descontado. Madurar es hacer únicamente lo que te venga en gana con lo más privado de ti y quererte. Quererte mucho. Quererte siempre. Madurar es poner límites a aquello que te agreda, luchar con tus vergüenzas e ir a por lo que te pertenece por justicia cósmica.


 

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