CAMBIA TÚ

By María García Baranda - enero 29, 2017

   No sé por qué los seres humanos esperamos siempre a que sean los demás los que cambien. A que cambien sus caracteres, a que cambie la vida, a que cambie la forma en que ven las cosas los demás. Lo hacemos todos. Una y otra vez. Nos rompemos la voz explicándole al otro qué esperamos que haga. Y cómo. Y por qué. Y así pasan los días, las semanas, los meses. Y los años. Pero no hay resultados. Porque eso esperado no sucede jamás. Porque solo esperamos por dos motivos, nada altruistas por cierto, que nada tienen que ver con la paciencia, con la esperanza, con la bondad, ni con la ceguera inocente. Esperamos el cambio ajeno, porque no somos capaces de aceptar la verdadera cara de las personas, lo que no habrá de mutar jamás. Y asimismo, esperamos el movimiento externo, porque no nos miramos a nosotros mismos ni analizamos si somos nosotros los que precisamos de ese cambio, cómo y por qué. Luego dos son los motivos, en efecto, que se traducen en rasgos como la cabezonería, el egoísmo, la egolatría, el creernos en posesión de las más absoluta y única verdad de los hechos, la falta de empatía, la inflexibilidad y la intolerancia. ¡Qué lindo todo! Precioso. Maravilloso. El Universo girando a nuestro alrededor; la vida acudiendo a nuestros requerimientos, y no a la inversa; las personas a toque de corneta cuando necesitamos; la existencia como un molde de plastilina adaptable a nuestro antojo. 
    Y cuando pasa el tiempo, y son varias las veces en las que nos hemos visto a la espera, cuando avanza la edad y asumimos eso de que nadie cambia, es cuando llega el momento de aceptar que nadie tiene por qué cambiar. No está obligado a ello. No está en deuda. Ni te lo debe. Ni habrá de suceder, mal que nos pese. Es libre de ser como es. De la misma manera que todos somos libres de quedarnos o largarnos. De la vida de alguien, de una situación o incluso de nuestro modus vivendi. Eso tan viejo como el "vive y deja vivir" que tiene como efecto inmediato el acabar con la frustración por lo que no es y por quien no es como nos gustaría.

 
  Y pienso, que no estaría mal que la próxima vez que me ronde la idea de querer que algo cambie, y se me instale ese pensamiento a vivir más tiempo del debido, en ese caso pues, no sería malo decirme a mí misma: "¡Cambia tú! Modifica tus formas, patrones de conducta, prioridades. Prueba maneras nuevas, haz cosas novedosas. Cambia de pies a cabeza. Siéntete y elige libremente". A ver si lo recuerdo, que estoy casi segura de que será muy grato y habré de sorprenderme a mí misma más de lo imaginado.




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