Muda. Sin voz.
Desperté ya sin ella, sin tono de expresión,
sin el poder de la palabra.
El frío se coló entre las rendijas y me atacó a traición.
Enmudeció mis letras, mis ideas, mi sentir y mis versos.
Me llevó hacia los gestos, a la sobreactuación,
al rictus implacable, a la palabra escrita únicamente.
Enmudeció mis letras, mis ideas, mi sentir y mis versos.
Me llevó hacia los gestos, a la sobreactuación,
al rictus implacable, a la palabra escrita únicamente.
Y me dejó impedida, desnuda, desvalida.
Confundida y extraña.
Mirando hacia otro lado, para ver lo que viene,
rebuscando por casa una prenda que abrigue.
rebuscando por casa una prenda que abrigue.
Que me alivie el temblor. Que me cubra y proteja.
El pecho y sus latidos, la cintura y sus curvas,
la voz de mi garganta.
Y los ojos.
Que me abrigue los ojos.
Muda. Sin voz. Desperté ya sin ella.
El frío se coló entre las rendijas
... y me atacó a traición.
Y qué casual resulta.
Pues fuera, allá en la calle, también hace ese frío.
Fuera y dentro,…
helador.
0 comentarios