COMO AYER, POR EJEMPLO

By María García Baranda - octubre 15, 2017

   



     No tengo ni remota idea de lo que nos depararán los días venideros. No sé, -ni quiero-, leer el futuro, ni encomendarme a fuerzas de fe inexistentes a las que agarrarme fuertecito. Tampoco construir sobre el aire invisible, sin cimientos de vida. Pero lo que sí sé, y con total certeza, es que estoy llena. De ti. De cada tarde de sol, de cada café robado a la mañana y de cada tormenta refugiados bajo una sombrilla remolona. Que me nutren nuestros tiempos, nuestras maneras, ¿sabes? Que estoy llena de hoy y de querer mañana. Y pasado mañana. Y el siguiente. Y el otro. Indefinidamente…

      Que cae la luz pletórica y caliente sobre mis hombros cada noche, al regresar a casa. Y que una vez aquí, sola, en silencio, con una gran sonrisa respiro hondo. Muy hondo. “Me he comido este día”, me digo; y me traigo conmigo un mordisco de ti a estrenar por mis ojos. Y me pierdo con él. Y en él. Y por él. Hago sitio en mi armario cada día desde que estamos juntos, para buscarle hueco en esta plenitud mía, a ese nuevo bocado. Pero no me hace falta, que se acomoda solo. Holgado y sin esfuerzo. Hasta el día siguiente, que aparece lo nuevo, una desconocida pieza con tu nombre otra vez, que surge ante mis ojos. Y otra vez que sonrío. Y hago sitio otra vez. Y otra vez algo nuevo. Y algo nuevo otra vez…. Como ayer, por ejemplo. Que no hay cosa que más me guste que descubrirte y sentir, como siento, que hay en ti todo un mundo, delicioso, exquisito, hecho para mis labios. Todo un mundo en sí mismo que conquisto a mordiscos y guardo aquí en mi boca. Como ayer, por ejemplo, que me traje conmigo un pedazo de ti. 

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