ME RESTA AÚN

By María García Baranda - octubre 13, 2017

     

     


      Sí, sí, que todos los poetas lo han hecho, ya. Pero que, ni mucho menos, he llegado yo aún a ese momento de la vida en el que quien escribe necesita hablar de la soledad, de la edad, del paso del tiempo o de la muerte. Ni he rozado los conceptos. Estoy, creo, para ello demasiado difusa en el tiempo; que no profana. Lo veo lejos, considerablemente lejos, y como tal pienso espantar todo ello por muchos, muchos años. Me encuentro en cambio en un momento de inicio de madurez en el que amanezco hambrienta de vida. De entregarme apasionadamente a todo cuanto me roce la piel. Y la mente. Y esencialmente el corazón. Y me siento terriblemente joven. De ganas y de cosas por hacer. De batallas y peleas de vida. De amor. De tinta. De besos. ¿De hijos, acaso? De labios secos de tanto hablar. De páginas leídas, lugares viajados y tardes al sol. De cientos de letras que le saquen el jugo al hueso de cada experiencia desorbitadamente calmada. Tranquilamente excesiva. Calma de saber lo que se quiere y pausa para saborearlo, como quien tiene todo el tiempo del mundo. Exceso en el entusiasmo y en la ilusión de cada segundo exprimido. Así que no, aún no ha llegado ese momento en el que una comienza a hacer balance vital por escrito. 

       ¡Me queda un mundo por recorrer y muchas noches por charlar juntos hasta el amanecer; y por querernos, ¿no crees? Me restan sensaciones nuevas que descubrir contigo y algunas antes descartadas a las que tomarle el gusto. Me faltan aún decenas de impresiones captadas al vuelo de tu boca cuando me cuentas tus cosas, a fin de impregnarme de tu yo verdadero. Me restan noches locas riendo a tu lado y centímetros de tu confianza por ganarme. Me quedan secretos que contarte y otros que fabricar entre ambos. Nuestros, solo nuestros. Y paseos y baños de noche. Y desayunos en los que despertarnos con el ¿tercer café?, que sé que a ti te cuesta. Y kilómetros de carretera al frente. Y mechones de mi melena que soltarme a medida que me das la mano. Me quedan muchísimos "te quieros" que escuchar y otros tanto que susurrar. Algunos con los ojos. Me queda vida. Y me queda saber si esto es mañana. Lo veremos. Así que sí, de todo esto sí escribo. Y escribiré por vena. Que me hace falta. 





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