Quisiera celebrarme… no hoy, sino
todos los días,
aunque no siempre encuentre el motivo enredado
en las ganas.
Me pesa haber nacido en el
último cuarto de ese pasado siglo
y el haber confundido el romántico
amor con el Romanticismo.
Llevo a cuestas un vientre
que aprendió a estar vacío
y una mente que supo
ensordecer al ruido de llantos no nacidos.
Cargué ruegos de amores,
me vendí al espejismo, detuve los relojes,
porque alguien me contó
que un corazón valioso debía comprender,
esperar, asumir,
descifrar…,
pensar poco o acaso
ni siquiera pensar.
Soñé, sueño, con logros imposibles.
Y los creí, por cierto, inalcanzables.
No pensé en elegir, pero
lo hice,
tras escuchar la nada,
masa ingente, hablándome al oído
y marcándome el ritmo de
una vida que solo a mí responde.
Quisiera celebrarme…, no hoy, sino todos los días.
Tan solo por ser yo. Y
consecuentemente.
Por haberme encontrado entre mis propios versos
y haberlos acunado en otras manos
sujetas por las mías.
Quisiera celebrarme...
Solo por ser mujer y haber
nacido
en un tiempo feliz…
con colores
de antaño.