En mis recuerdos de ti no habita nadie más. Solo estamos tú y yo.
Quietos, de pie y mirándonos. Sin pronunciar palabra nos decimos: “todo está dicho ya”.
En mis recuerdos de ti no existen las paredes.
Es un espacio abierto, cuyo final no alcanzo con mis ojos. Y al caer de la tarde, con el cielo rojizo y un levísimo viento sur de septiembre, me coges de la mano. No rodeas mi hombro como cuando era niña, eso es curioso. Ni me escondo en tu pecho a buen recaudo esperando con ello que el cielo no se abra. Simplemente me tomas de la mano y caminamos. Escuchamos de fondo ese intermezzo que desde entonces ha puesto banda sonora a este silencio. Y no decimos nada.
En mis recuerdos de ti… En mis recuerdos de ti me siento terriblemente sola. A pesar de tu mano que se aprieta fuertemente a la mía. Bajando esta colina como si ambos fuésemos únicamente uno.
(Mus.: Cavalleria rusticana. Intermezzo. Pietro Mascagni)