¿CÓMO PUDE YO?

By María García Baranda - febrero 08, 2020




    ¿Cómo pude yo?

    ... Entrar en laberintos sin salida. Colocarme a los pies de los caballos. Detenerme en los días sin relojes. Volverme inoperante. Juzgar mal y a destiempo. Dormirme en los laureles. Engañarme a mí misma con cantos de sirena. Ir a por más mentiras como droga adictiva. Regalarme al engaño. Entregarme a la rabia. Dejar que la soledad decidiera por mí..., o el miedo. Inmolarme sin que el pulso temblara...


      Tengo un buen puñado de recuerdos en la memoria de los que me avergüenzo. Algunos de ellos ya peinan canas y sin embargo, cada vez que los rememoro inesperadamente, me provocan un rubor incómodo, tras el que cierro los ojos y agito la cabeza en un intento de fulminarlos de mi mente definitivamente. Nunca funciona. Habitan todos ellos lugares comunes. La siempre viva sensación de pensarme terriblemente tonta en esos tiempos, ingenua a veces, ciega otras tantas, quizás desesperada, a menudo burlada y consentidora casi siempre. Ni siquiera es alivio el pensar que los actos pasados fueron la respuesta a lo que estimé correcto. Tampoco lo aminora la consciencia de que el presentismo resulta cruel cuando de valorar hechos pasados se trata, pues entonces, en aquellos lejanos entonces, era la que era, fruto de unas vivencias y experiencias concretas, y poseedora de unos aprendizajes inferiores a los actuales.

    Tal vez sea la tentación de ese juicio presente, que antes comentaba, que todo lo adultera . O quizás también tenga mucho que decir la explosiva carga de orgullo insano que temo haber acumulado con los años. Lo cierto es que esos recuerdos son más que remembranzas, pues se han convertido en talones de aquiles y desconfianzas y, muy especialmente, en íntimas inseguridades. Lo que sí es seguro es que algo estoy haciendo mal. Honestamente no he llegado a saber del todo si me responsabilizo en exceso de haber sido más estúpida de lo razonable; o si en un empeño pertinaz de no caer en esa habitual y extendida costumbre de echar la culpa de todo al empedrado, se me han enquistado las vulnerabilidades.

   Tengo un buen puñado de recuerdos en la memoria de los que me avergüenzo... y hoy aún no sé por qué.




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2 comentarios

  1. Cuando comemos de lo muerto lo hacemos revivir. Obvio y aún así es irremediable.

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    1. Lo pasado... pasado está. Tarde o temprano. Aunque el quid de la cuestión es ser capaz de mantenerse inmune a los cambios que se generan en nosotros con el paso del tiempo y de los mordiscos. Inmune a las taras...

      Gracias por leer y comentar 😊.

      Un saludo.

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