No, no le pidas al año, procúratelo tú…
Que no se den los días faltos de un tiempo y de
un espacio conquistados a la rutina. Atrinchérate en ellos, que son la única
esencia que de veras nos conforma por dentro, que nos forja el espíritu y nos revela
de qué pasta estamos hechos.
Que el único motor para tu espíritu no sean los
quehaceres cotidianos en los que refugiarte, porque el resto de ti se difumina
en contacto con el aire. No te escondas en cómodos lugares de los que habrías de
huir despavorido con solo verte en ellos.
Que no sea el amor un ancla a cualquier precio.
No bailes sin compás amores desiguales, carentes de alimento, sin color en la
tez; ni en sentires ausentes de justo y natural equilibrio que terminan nadando
en un mar de reproches. Y naufragan sin duda.
Que cada despertar se te presente sabiendo a
ciencia cierta el porqué de tu vida. Sin desorientaciones, sin dudas, sin
vacíos ni huecos, sin sentidos a medias.
No le pidas al año, procúratelo tú.
Hoy,
mañana, en agosto… No te vendas al tiempo, no tomes sucedáneos, no te conformes a sabiendas ni relajes los brazos.
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