Nací con cierta dosis de prisa y de impaciencia. De esa que incendia el alma en tiempo record, que perturba el sueño y enciende el mal humor hasta volverlo angustia.
Nací con ciertas dosis de impaciencia que me hacen revolverme a averiguar el futuro y sus causas.
Nací con ciertas dosis de impaciencia y es curioso..., porque albergo la eterna sensación de haber gastado media vida esperando. Por todo. Para todo. Hasta por confirmar lo que no iba a llegar ni trempano ni tarde.
Nací con impaciencia y eso que sé, y a ciencia cierta, que no es más que un defecto del espíritu, el inquieto espejismo de una mente que tropieza insegura sin brújula.
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