Cuando lo
triste asoma
se acomoda
en rincones
hasta
entonces inéditos.
Cuando lo
triste asoma,
transfigura
los gestos
en
inflexibles muecas.
Cuando lo
triste asoma,
regresas a
la infancia
de
inconsistentes miedos.
Cuando lo
triste asoma,
la esperanza
se esfuma
y da paso a
la duda.
Cuando lo
triste asoma
la rosa
regalada
se agrieta y
se consume.
Cuando lo
triste asoma,
ya no me
quedan manos
para que me
recibas.
No me
busques rincones,
no perfiles
mi mueca,
no des paso
a mis miedos,
no mates mi
esperanza,
no marchites
mi rosa,
no retires
mis manos.
No las
quites.
No dejes que
lo triste
se asome a
cada paso.
Y si lo
haces,
avísame con
tiempo
aunque el
tiempo no sirva.
2011
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