"Pero el amor, esa palabra..., Moralista Horacio,
temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en
la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de
todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las
camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no
te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la
sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro
lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más
profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de
tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo
amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y
los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente
no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un
puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para
vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me
querés como yo no te quiero."
Rayuela, Julio Cortázar.
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