El primer recuerdo que tengo de CROWDED HOUSE me retrotrae a mi época del Instituto (¡ayer fue!). La sensación que me queda de aquella etapa es dulcísima. Tan, tan blandita yo que me castigaba escuchando una misma canción una y otra vez, una y otra vez, durante horas e incluso días. ¡Ay! Debía de ser aquello de que hacemos las canciones nuestras y todas parecen haber sido compuestas para extraer la esencia de lo que sentimos en ese preciso instante.
(En realidad creo que aún me quedan atisbos de esa práctica ¡ejem!)