YO YA NO SOY LA MISMA

By María García Baranda - marzo 14, 2019






Nadie lo es. Ninguno. Ya no somos… los mismos.

Ya no somos los mismos tras caernos al suelo una o dos veces.
Después de aquellas noches en que se oyeron tenues llantos disimulados.
De aprender que los días traen consigo sombras entrelazadas a las horas de luz.
Después de aquella tarde en la que de un manotazo cayeran las caretas y viéramos los rostros imperfectos, los rostros desleales, infieles y crueles.
De aquellos desengaños.

Ya no somos los mismos tras la muerte. Tras la muerte del mito. Tras la muerte del hombre.
Del impacto de ver que quien tenía la consigna de proteger tu mundo se volvía de agua, de arena y de vapor. Y se iba.
De aquella madrugada que trajera consigo los últimos momentos de esa vida aún repleta de cosas por hacer. Mas sin ganas.

Ya no somos los mismos después del abandono.
De aprendernos el camino hasta casa escuchando tan solo el eco de los propios latidos.
Y nada más.
De probar el sabor del propio pensamiento, la propia libertad. Y de que guste.

Ya no somos los mismos después de haber amado en el pasado, después de cada amor. Ya nos somos los mismos después de amar de nuevo y cada día. De brillar. Después de desnudarnos. De azotarnos el cuerpo y retorcernos. Sujetarnos brazos y mordernos. De envolvernos en sal y de que escueza.  Ser adictos a ello.

Ya no somos los mismos después de habernos roto. Después de recompuestos. Después de descubrir(nos). Después de ilusionarnos. Y de nacer de nuevo con más fuerza.
Ya no somos los mismos después del pensamiento ni de la reflexión. De llegar a la cima, de tocar esos cielos.

Ya no somos los mismos de cuando éramos niños. Después de un par de décadas. De hace un día o un mes. Ya no somos los mismos. Yo ya no soy la misma que era ayer. 



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