Puedo elegir, al menos durante un tiempo.
Puedo elegir ser yo.
Y yo puedo elegir...
entre ser esa persona de ida y vuelta de todo, 
-o de un puñado de cosas, al menos-, 
un tanto escéptica en la base, 
incrédula y desconfiada tras los varios naufragios, 
y tendente a tener la guardia atenta,… 
O ser quien a pesar de saber todo eso, 
de haberse sujetado a flote agarrada a un tablón y a duras penas, 
de prever y anticipar los hechos, 
de haber caído desde lo alto de un par de copas de árboles, 
y de haberse dado ya por enterada de que (casi) todo es posible 
-aun cuando inesperable- en casi todos,
 ...ser alguien que a pesar de ese choque, deja a un lado esas fotos en sepia y simplemente vive. En una mezcla de ternura y limpieza, recordando quien fue -es y siempre será, pero en lo íntimo-, y relegando a un lado parte de lo aprendido. 
Puedo elegir: ser la una o la otra. 
Por algún tiempo. Más tarde ya veremos. Más tarde se me decanta siempre mi retrato y se adapta al contexto.
Al coprotagonista de mi historia, de la conversación, de la aventura o de la discusión. O del cielo constante. 
Pero se adapta. Me adapto, sí, me adapto. 
Muy inconscientemente, pienso. 
Así que el mérito no es mío, o no lo es solamente. Que yo puedo elegir, pero al final termino siendo yo, según cómo amanece en esta playa nuestra. Apacible. Sincera.

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