CUANDO ME VAYA...

By María García Baranda - noviembre 13, 2020

 


Cuando me vaya de aquí, tan solo importarán los destellos de luz que consiga llevarme bañándome la piel. Un hato de momentos verdaderos, ausentes de artificio y alejados de espíritus mezquinos.

Los besos recibidos sin otro ánimo que el de amarme con el alma. A mí y solo a mí.
Las noches de abrazos sin mentiras. Piadosas ni crueles; y sin medias verdades. Sin ser segundo plato, o la primera carta entre cien de la baraja.
Y el desayuno sin miradas culpables ni el móvil escondido, mirando de reojo o llamando a destiempo.

Las tímidas carreras a pasitos muy cortos, para poder asirme al pecho de mi padre. Y el último brillo de sus ojos, dedicado a los míos.
Las risas de mi hermano y la voz de mi madre calmándome la vida. Y alimentando las yemas de mis dedos para seguir amando con las manos abiertas.

La recta melodía, rotunda y sanadora, de esas palabras mágicas…, salvavidas y enormes: “tú por tu lado y yo por el mío”, a todo aquel que se atrevió a robarme un pedazo de vida.  

El hambre de ser madre, truncada por mi propia estupidez y el repetido empeño de venderme por diez monedas de oro… falsas.

Las mañanas de invierno en las que enseñé casi cuanto sabía, guardándome un pedazo secreto para mí. Por si me hiciera falta en otra vida.

Las letras de mi puño y de mis horas graves dando sentido a todo cuanto soy, llevando a la locura mis certezas y atándome mis pies a esta, mi tierra.

Cuando me vaya de aquí, dejaré en el armario mis errores por si a alguien le sirvieran. Los planes sin hacer, los sueños incumplidos.

Cuando me vaya de aquí me llevaré conmigo… acaso el Amor.
Seguro, mi Amor.

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