Ha llegado
ya el tiempo de la revolución.
Las mentes
dormidas se despiertan al ataque del filo más agudo.
Cruzan en
aspas sus defensivos brazos, esquivando el golpe,
construyendo
al tiempo su estrategia de legítima defensa.
No hay lugar
para pasivos movimientos ni refugios en rincones tranquilos.
No es
momento ya para cobardías disfrazadas de consentimiento.
Los cuerpos
se rebelan contra el paso del tiempo.
Se desprenden
de esos viejos temores
que aguan
torpemente el fluir de una sangre en plena ebullición, mas contenida.
No más
silencio.
No más
pausas.
Ha llegado
el tiempo del grito penetrante a las mentes vacías,
cinceladas
en la falta de principios y en la ausencia de emociones.
Se derriban
las máscaras torpemente vestidas de sonrisas marchitas.
Se combate
así el pánico sustentado en los tiempos pasados,
en miedos no
resueltos,
en complejos
de culpa
o en heridas
que ya solo entorpecen los pasos.
Ha llegado
ya el tiempo de la revolución…, de mi revolución.
El momento
de que elijas, sin prisa y a tu ritmo,
mantenerte
impasible a un lado del camino
o abrazarte
a mi lucha
enganchado a
mis ojos.
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