Me tomo la libertad hoy de ser aún más
íntima en mis letras. Imperiosa necesidad y al tiempo letras de justicia como
homenaje a mi padre.
A Papá,
Hoy no tendría por qué ser un día distinto. Si lo pienso,
no lo es. Bien podría ser 20 de mayo, Navidad o 5 de octubre. Y, sin embargo,
hay algo en mí que...
Quizás sea que mis sentimientos están a flor de
piel. Quizás siento una necesidad especial de que me guíes. No más que
cualquier otro día, pero aquí estoy. Tratando de sacar el mejor de los partidos
a esa herencia tuya que siempre me empeñé en recordarte y reconocerte. Nunca
podrías haber imaginado cuán importante fue. Y con los años, he ido
desgranándola en varios principios básicos de vida que aspiro a impregnar en
otros: aprender de los errores, de los míos, de los tuyos...; superarme en
fortaleza, aun cuando lloro a mares; no rendirme, y más cuándo sé que estoy en
el camino certero; saber que la vida puede ser tan corta como para no
hipotecarnos al desánimo; potenciar mi capacidad de amar, que al final es mi
verdadero norte; ganar en comprensión de las debilidades propias y ajenas,
porque nunca son para tanto y es lo que nos hace auténticos; y no dejar que
caigan ni se instalen a vivir en la tristeza aquellos a quienes quiero. ¡Lo
prometo!
Te tomé el relevo, superé tus miedos y fíjate que creo
que lo has logrado y que son mi centro. Y por eso cierro mis ojos y te pido que
siempre me ayudes a mantener la claridad en mis pensamientos. No dejes que la
pierda nunca.
Con todo mi amor, un 28 de septiembre más, de esta loca
bajita. Ya no tan bajita y algo más loca.
Para ti.
Que me llevaste de la mano en mis primeros pasos.
Que me inoculaste el gusto por el detalle y las pequeñas cosas.
Que me impulsaste a no callar mi voz.
Que me enseñaste el valor de la palabra exacta.
Que me inoculaste el gusto por el detalle y las pequeñas cosas.
Que me impulsaste a no callar mi voz.
Que me enseñaste el valor de la palabra exacta.
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