PEQUEÑOS ESBOZOS: Mi piel tiene memoria

By María García Baranda - enero 15, 2018




     La piel tiene memoria, dicen. Guarda las marcas de cada sentimiento que la hizo erizarse desde niña. Así, cada ilusión, cada juego, cada roce imperfecto y cada miedo,… y cada carcajada que la inyectó en oxígeno la dotan de una muesca que se vuelve brillante con la luz adecuada. La piel tiene memoria y recuerda el calor o cuando se sintió aterida, abrasada, descompuesta o lozana. Y las provocaciones que la hicieron descoser sus uniones y girarse en la vuelta de ciento ochenta grados le regalan un tacto de espeso terciopelo que nunca habrá de ajarse. Que señala el camino que han de seguir los dedos que habrán de recorrerla. La piel tiene memoria, nunca lo olvides. Y en ella es que se impregnan los aromas, el verbo y el deseo. Los ruidos ilegibles al oído. Y la vida que mana en ríos y en torrentes cada vez, al tocarla. Así que tenlo en cuenta, pues cuando estés en ella trazarás un sendero indeleble. De huellas. De tus huellas revueltas. Tal vez descolocadas, tal vez pausadas. Recorrido infinito. Ese que cada noche, justo antes de dormir dibujo con mis dedos, con los ojos cerrados y los sentidos plenos. Allí al fondo, a la izquierda, en un rincón secreto. Allí donde me siento eterna, bella, exultante. Animal deseante y deseado. Sensualidad suprema, intercalando toques de excitada dulzura. Mi piel tiene memoria, no te olvides. Pero también la tuya. 

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