DE SONRISA PARA ADENTRO

By María García Baranda - enero 26, 2019



   De sonrisa para adentro habita un mundo. Dos hemisferios complementarios que reúnen todo cuanto hemos sentido y vivido hasta el momento. De un lado, la aspereza. De aquella vez que nos caímos de niños y dolió, del miedo a sentirnos indefensos, del temor a perder a los padres o a tener algún gesto que provocase que nos quisieran menos. De la vergüenza de equivocarnos y del apuro ante el resto al ser reprendidos. De sentirnos bichos raros o a destiempo, de creer que nunca llegaremos al sueño por no ser lo suficientemente buenos. De las pérdidas reales, amargas, espantosas…, las que arrasan y desgarran clavando sus colmillos. Del corazón hecho añicos y las noches en blanco ahogadas en desconsolado llanto. Del abandono, la decepción y la soledad más silenciosa. Del saberse culpable y del quitarle hierro para ponerse cargas de tono inoperante. De perder los papeles, el norte y hasta la cordura. Del otro lado habita la tersura. Del abrazo primero de la madre y la mirada titilante del padre. Del éxito sentido al pasear en bici y sin ruedines. Del hermano de mirada sincera, cómplice, compañera. De la primera tarde gastada entre amigos, el primer hormigueo en el estómago, la primera cita, el primer beso. Del Amor con mayúsculas y de entregarse sin poder evitarlo y queriendo dar más, nunca bastante. De la palmada en la espalda del trabajo bien hecho y sabiendo que es cierto. De cerrar de un portazo lo que nos huele antiguo y empezar a vivir pasados los cuarenta, esta vez de verdad, definitiva. 

    Dos hemisferios turnados a retazos de vida. Nunca supe quién de ellos era el Sur ni cuál encarna el Norte. Que el frío puede ser desapacible y aja la piel, pero también ofrece el abrigado tacto de una manta que se enrosca en el cuerpo como un guante abrazado. Y el calor, tan festivo, incitador de emociones sin decoro, asfixiante tal vez si es excesivo. Dos hemisferios, dos. 

   De sonrisa para adentro nunca sabremos hacia donde se inclina la balanza, a menos que queramos y con quienes escrupulosamente escojamos. En mí, como soy transparente hasta la médula, me lo leen en el extremo izquierdo de mi voz y en la frontera externa de mi iris. Que me mudé hace tiempo hacia cálidas aguas huyendo del invierno y hacia dentro se halla la flor y nata de cuanto apenas muestra mi sonrisa. La vida de verdad. 






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