HAY CASAS Y HAY HOGAR

By María García Baranda - enero 31, 2019

  


 Hay casas que apuntalan; otras que son verdadero epicentro de emociones, huracanes con ventanas al mundo. Algunas son habitáculos de paso; tan solo dan cobijo y te mantienen al resguardo del viento. Guaridas, reductos de paz, escondites, vehículos de huida, o cálidos y cómodos abrigos.

  Hay casas que te escupen desde que pones un pie en ellas, te encadenan y asfixian. Te cambian el carácter, condicionan tus días y tus noches. Mientras que otras te abrazan con la fuerza de un oso y piden que te quedes sine die. Y tú a ellas. 

   Hay casas que te hacen compañía un tiempo de tu vida y no tú a ellas; transitorias y efímeras sin plazo. Que te ven rehacerte del derribo o te cubren la espalda mientras te (re)descubres. Casas cuyo silencio sepulcral te ensordece el alma cuando aprieta tormenta. O cuyas carcajadas te cantan cuando te pones el mundo por montera. Hay casas que te miran un día y te lo dicen todo. Y tú a ellas. Y cómplices os agradecéis mutuamente lo aportado. Y se saldan  las cuentas. En paz.

   Y hay casas que te aguardan. Y las miras con cuita, con una sutil mezcla de pudor y respeto. Recorres con tus dedos sus paredes suavemente y con mimo, les susurras secretamente lo que esperas de ellas, les prometes cuidados y cariño. Y apego a sus raíces y a cuanto albergaron sus muros. A las vidas pasadas y a su historia. Hay casas…, no. Hay hogar. 

   Tic tac, tic tac, tic tac...

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