ACTOS DE AUTOAMOR... (Y deliciosa yo)

By María García Baranda - junio 10, 2019





Creo que aprendemos a querer a los demás antes de aprender a querernos a nosotros mismos. Contradictoriamente. Nocivamente.

Y resulta paradójico que el propio amor que nos dedicamos es muchas veces el que dinamita nuestros sentimientos por los demás.  Por lo tanto, ¿deberíamos acaso decir que nos queremos mal? Que nos queremos poco, nos queremos tóxicamente, nos queremos de forma destructiva…, y ahí herimos. Le clavamos la espada al de enfrente y una vez que ha caído, hacemos lo propio con un puñal directamente dirigido a nuestro esternón. Secos. Y durará esto lo que haya que durar…, hasta que un día, una mañana de lento despertar, abramos los ojos y, si hemos sido listos, tal vez hayamos comprendido al fin qué es querernos sin abrirnos el alma en dos.

Los actos de autoamor tienen mil fórmulas. Son saber decir no o saber pronunciar un “te quiero” limpio y sin trabas. Son confiar, no temer que te engañen, ni esperar que fallen. Anular el rencor o profesarlo hasta el fin de los días si es que alguien lo merece. Son no bajar la guardia con cordura o desnudarse sin frío. Pero son, sobre todo, mirarse al interior y no llorar. Ni bajar la cabeza. Ni sentirse pequeño ante los otros. Son gustarse en todo aquello que tememos nos critiquen y echar a quien lo haga, con cajas destempladas. Son no esconder lo que no es tan supremamente exquisito, porque seguramente y aunque no lo sepamos, resulte delicioso.

Autoestioma, autoamor… de autos va la cosa. De uno mismo. Por siempre.

Y deliciosa yo. Para toda la vida.


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