UNA BRÚJULA PARA QUE NO PIERDAS EL NORTE ☄

By María García Baranda - octubre 02, 2017





       Al principio no me di cuenta, no me percaté de que la vida no era una línea recta que tomaba desvíos ocasionales para posteriormente volver al camino. Pero es que entonces era muy joven y era lógico no verlo. Después me costó admitir que este invento es similar a un puzle, y que cada ciclo, etapa, fase se asemeja a una de esas piezas que forman el juego y tratan de encajar con la anterior y con la siguiente. Me llevó esfuerzo, tiempo y unos cuantos cientos de vueltas al pensamiento. Sin embargo, a pesar de que finalmente conseguí asumirlo, de que aprendí que esto es una ruta siempre zigzagueante, tampoco pensé de forma inmediata que se tratase de un rompecabezas de esos de más de nueve o doce cubos. Jamás se me antojó tan sobredimensionado. Ahora al fin me he dado cuenta de que esto es un conglomerado de compleja extensión, que bien parece tomar el aspecto de un bello mosaico de cerámica, de esos en los que se distinguen diez tonos distintos de azul entre sus diminutas y preciosas piezas. Una tras otra, jugando con la luz a representar figuras enfrentadas. Eso es la vida. Una superación constante de acontecimientos en los que nos acompañan las personas más importantes de nuestras vidas. A algunas las elegimos nosotros, otras llegan únicamente hasta el cruce y allí separamos nuestras marchas. Y algunas otras brillan, brillan como si de la estrella polar se tratase para orientarnos en el camino, si así lo necesitamos. Lo curioso de todo es que el mundo es caprichoso, porque es justo a su lado cuando no nos sentimos perdidos, ni desorientados. Y nos quedamos pegaditos a ellos, de modo natural caminando, día a día,... Así, a pesar de poseer la capacidad de equilibrar nuestros sentidos, no necesitarán ponerla en marcha, y será precisamente por el mismo hecho de pasear juntos. Carambolas de la vida. Al final son una brújula para que no perdamos el Norte, cuando somos nosotros mismos quienes nos dirigimos eficazmente hacia ese Norte. Y a la inversa. Por eso viajan con nosotros. Y nosotros con ellos. 


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