AVISO A NAVEGANTES (Parte II)

By María García Baranda - abril 12, 2016

Aclarando dudas...

   Al parecer hay un aspecto que no he dejado del todo claro en mi entrada anterior y como no me gusta dejar sombra de duda de lo que opino, paso a ahondar un poquito más en la cuestión.
Creo recordar -obviamente lo hago- que señalaba que este blog es una vía de compartir mis opiniones y sentimientos más particulares e íntimos. En efecto cuando un escritor pone su yo lírico sobre el papel está ofreciendo parte de su intimidad, pero no por ello está publicitando su vida. Se suele pensar que cuando alguien ofrece parte de su día a día está desde ese momento firmando un cheque en blanco y exponiéndose para que cualquiera pueda asomarse y opinar a ella sin el menor de los tapujos. Ni qué decir tiene que esta que escribe no está de acuerdo con ello, por varias razones. El autor se expone sí, por cuanto se desnuda. Luego ya será cada lector quien sea absolutamente responsable de lo que hace con ese material. Me vienen varias ideas a la cabeza al respecto...
1. Hay una notable diferencia entre escribir un poema de amor o un artículo donde una opina del tema partiendo de su experiencia -no va a partir de la del vecino, digo yo-, y el contar a por a y be por be, las idas y venidas de sus experiencias amorosas. 
2.  Regalar un libro no me obliga a regalar toda mi biblioteca particular.
3. No hay remuneración económica en este asunto, sino la simple aportación de la opinión de una mujer como cualquier otra, por lo que aquí no se está vendiendo la vida privada de nadie.
4. Escribir género de opinión o poesía lírica, es decir pensamientos y sentimientos individuales no le da al lector suficiente información como para hacerse una idea ajustada de cómo esa persona está viviendo su vida. Pobres Lope, Lorca, Juan Ramón,... pues.

    Dicho esto, el tema se desvía. La cuestión no es aquí si alguien lee o deja de leer. Este blog está para eso. Hay entrada libre y una vez que publico, público es. Hasta ahí llego, ¡qué cosas! La cuestión en la que yo me centro es mi lamento -y así lo aclaré en el artículo original- de no ser capaz de ir un poco más allá del simple cotilleo, tendencia humana como es y en el que caemos -dije así también y lo repito- todos, incluida yo, cuando nos lanzamos ciegos a buscar informaciones. La pena que a mí me invade es no ser capaces de ver lo que hay de trasfondo en ello, en cada letra, en cada pensamiento y en cada reflexión largamente madurada. Es no ser capaces de entender que a veces las cosas se ofrecen por mero altruismo y no quedarse en la lectura más frívola de la situación.

EPÍLOGO
Lo más curioso de todo esto, y no sé ni porqué lo aclaro, es que el asunto que aquí abordo no me molesta especialmente. Ni me irrita sobre manera, ni me cabrea,... Lo vivo sin más. Lo que me mueve a tratarlo es simplemente la manifestación de que es algo que está ahí, de lo que soy consciente, que me suscita opinión y que francamente me provoca que me apetezca darla. Libremente. Surjan simpatizantes o detractores de ella, como es natural.





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