SE OCULTA A DESCANSAR

By María García Baranda - mayo 30, 2018




     A veces no me explico ni yo misma, o me explico en exceso, vaya usted a saber. Aquí me describo.
Tan pensativa yo, tan reflexiva. Impulsiva, aprensiva, hasta intensiva. 
Preocupada en exceso aunque sin dramas. Yo ya no quiero dramas. Me ganaron unas cuantas batallas y de aquella decidimos obviarnos, separarnos de hecho y de derecho por efectos adversos a mi propia salud. Me pongo muy malita cuando asoman, así que los evito. Ocupada de todo; de todo lo importante; pero sin ser notada. Solo con el rabillo del ojito derecho. ¿O será del izquierdo? No me acuerdo, no importa. 
Comprensiva por mil, o al menos eso intento hasta que duele mucho. Enfadada por cientos otras veces. Y cegada, ya sé cuánto me obstino. 
Tan llena de preguntas y de sus conclusiones. Tantas ciertas, tantas otras erradas. Tan saber lo que hacer y cómo hacerlo. Que esto de aquí es correcto, que eso no puede ser. Siempre diferenciando lo que es justo e injusto. Y lo bien merecido. Y lo que hace aguas. Yo que sé. Tan solo sé que todo es una fiesta, o eso intento. Que no pare la música. 

    Hasta que un día cualquiera, una noche sin más, me puede la nostalgia y me lo callo. Los abrazos perdidos y las risas de niña. Las ausencias y el llanto, los recuerdos de aquello que hice mal. Y también los del daño recibido. Y me vence el silencio y la desgana. Y me faltan las fuerzas y el cansancio aparece. 

Y necesito entonces más que nunca esas palabras llenas de sentimiento que me recuerden todo cuanto he vivido, todo cuanto aporté, cuanto doy, cuanto soy. Cuanto llegaré a ser. Que yo no soy de aire, ni de vapor de agua. Que no me iré jamás. 
Acaso en esos días en los que la sonrisa se oculta a descansar. 




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