LO EXTRAORDINARIO QUE EN TI HABITA (Si no sabes quién eres, comienza por ahí)
By María García Baranda - mayo 22, 2016
“Si siempre intentas ser normal, nunca
descubrirás lo extraordinario que puedes llegar a ser”, dijo Maya Angelou.
Y ¡caray con la frasecita! Una de las mayores verdades en torno al crecimiento
y al aprovechamiento de nuestro potencial.
¿Intentamos ser normales? Casi todo el
tiempo. Normales, convencionales, acordes bien afinados del grupo. Y creo que
especialmente en nuestro ámbito más íntimo. Curiosa contradicción. Nuestra vida
privada es el lugar en el que nos sentimos más cómodos, más libres para ser
nosotros mismos. Y en cambio somos más valientes para adentrarnos en lo
desconocido en ámbitos externos: en el trabajo, en sociedad,… Es mucho más
frecuente que digamos que somos buenos profesionales, antes que el que
reconozcamos aquellas cualidades emocionales de nuestra personalidad que nos
hacen destacar. ¿Te has preguntado por qué te cuesta tanto admitirlo? Obvio.
Porque te cuesta un mundo verlo. Y por ende, creerlo. Te pueden más las
limitaciones que tus destrezas, pero sobre todo te puede más la inseguridad.
Posees un ámbito en el que eres
brillante, en el que destacas. Algo que te hace único. Pero ¿eres capaz de
verlo y reconocerlo? No estaría yo tan segura. Habitualmente observo que cuanto
más creativo, vivaz e ingenioso es alguien, más peligro hay de que apague esas
cualidades para sí mismo en su vida privada. Potencial absolutamente
deslumbrante, llevado a prefecto efecto en su vida externa, para luego llegar a
casa, mirarse al espejo y no ser capaz de decirse cómo es y cuánto vale. Ya
puedes gritárselo, explicárselo, demostrárselo, cantárselo incluso,… que no
será capaz de verse a sí mismo de esa forma. Defiende a los cuatro vientos, con
acertado criterio, a los seres libres para pensar, para crear, para gestionar y
expresar sus emociones. Lo trabaja para los demás. Empuja a las personas que se
encuentran a su alrededor a eliminar aquello que asfixie lo auténtico y lo espontáneo,
y a que salgan de los cánones del todo bajo control, por aquello de no matar el
talento. Lo aplaudo. Pero,… ¿eres capaz de aspirar a algo más grande?, ¿te
crees merecedor de ello? ¿Por qué no vivir lo más privado, lo emocional e
íntimo, del mismo modo? Resulta contradictorio.
Para
lograr lo extraordinario hay que sentir que puedes conseguirlo, que puedes ser y eres extraordinario y desde luego has de
tratar de que alrededor no te boicoteen esa idea de ti mismo, ni en fondo ni en
forma, para evitar con ello ser tú quien se boicotee. Quién no te vea así, no
te conoce, no es compañero y entonces,… sobra en tu vida. Y no lo echas tú, es
la propia vida, el otro quien se va alejando de ti. Créeme. Por lo tanto, si
eso ocurre, piensa que es inevitable. Se posicionará de forma natural en el lugar
exacto para no apagar tu esencia. Donde no dañe. Y ocurrirá porque no todo el mundo
va a saber entenderte ni acompañarte en tus cambios, en tu crecimiento, ni en
tus nuevas necesidades; y sí, eso es algo que, aunque peleas con uñas y dientes
y es durísimo de ver, estás obligado a echarte a los hombros más pronto que
tarde. Hay personas que llegado un momento no pueden o no quieren seguir
contigo allá donde vas. Quizás nunca pudieron del todo, pero fuiste capaz de
llevártelos a rastras, al menos durante el tiempo en el que aún no sabías bien
quién eres.
Bien,
y asumido esto, ¿cómo detectas que estás viviendo a medio gas?, ¿cómo saber que
has estado viviendo una vida a la que podrías sacar más partido, pero hasta
ahora no lo has sabido? Sencillo. Basta con que observes las pistas. Primero,
que alguien te diga quién eres, por más que a ti te resulte excesivo; alguien
que te vea y te lo haga saber, por más que haya ciegos en el mundo. Segundo,
que sientas la necesidad de desarrollar facetas de ti mismo que hasta ahora han
estado en lo oscuro y no han sido escuchadas ni por ti, ni por nadie. Y
tercero, que sientas una dependencia asombrosa a lo que puedes controlar y al
camino archiconocido para hacer las cosas, ya que denota pánico auténtico a no
estar a la altura de algo diferente. Si identificas esto, es que en efecto hay
algo más allá. Y podría decir con seguridad que si estos pensamientos te están pinchando
por dentro y te hacen poner atención, es que eres el candidato perfecto para ir
en busca de eso extraordinario que en ti habita.
¿Y
dónde está lo extraordinario?, te preguntarás. No tiene por qué haber fuegos artificiales a
tu alrededor, ni grandezas materiales, ni logros de reconocimiento social,… No
se trata de eso, ni de que te vayan poniendo una alfombra roja por la calle. Se
trata de que estés en sintonía con tu interior sin que nadie te haga sentirte
juzgado o incomprendido. Se trata precisamente de vivir inmerso en esa zona en
la que puedes ser brillante. Se trata de no desecharlo por cambiar a una
frecuencia de sonido más acorde con los que te rodean y así mantenerlos a ellos
a costa de perderte a ti mismo, porque créeme que una vez que lo has empezado a
ver es cuestión de tiempo, de poco tiempo que la bomba de tu interior estalle.
Se trata de llevar esas características particulares tuyas que sí eres capaz de
explotar al máximo en el exterior, al desarrollo de esa faceta más privada e
íntima, a tus parcelas sentimentales, familiares y amistosas. Y quitarse el
corsé que te hacía creer que… ¿ya tenías todo? Lo que has conocido de ti hasta
ahora, lo que tenías comprado no tiene por qué ser lo único válido y verdadero.
No tienes por qué tener todo el pescado ya vendido. Es más, es casi seguro que
ni hayas empezado a desarrollarte aunque creas que ya tienes unos añitos. A lo
mejor queda mucho por descubrir en ti, de ti, y hasta ahora te has conformado
con aquello que podías controlar. ¿Has tenido miedo alguna vez a que aquello a
lo que podrías aspirar llegue y no sepas gestionarlo, lo pierdas o se desvanezca?
No creo que merezca la pena tener miedo a eso, porque es entonces cuando nos
podemos privar de lo extraordinario y vida solo tenemos una. Algunas de las
mejores cosas de esa vida son aquellas que nadie ha descubierto antes; las
mejores sensaciones son las que no esperabas tener, las desconocidas, las que
te llegan por primera vez, en tiempo, forma y aspecto distinto. Esa primera vez
en la que te topas con algo extraño, fuera de lo estipulado, de lo planeado. Ni
sabes lo que es, ni si es, ni cómo llamarlo. Solo sabes que no es lo habitual. Como
cuando no tenías previsto salir a pasártelo bien y surge sin pensar, para
resultar una de las mejores veladas en mucho tiempo. Pues ahí, justo ahí,
tienes delante la guinda del pastel, lo mejor que hay en ello: averiguar qué
es, de qué demonios se trata. Porque sí, porque te apetece sentir.
Esperas
siempre que una hecatombe dé un giro radical a los acontecimientos por sí
solos. Mantener hasta la muerte las cosas y si se desvían un poco, que ellas
mismas vuelvan a ponerse en su sitio de manera natural. Pero, quizás con eso,
aunque no lo pienses, te estás traicionando. A mi edad me digo que me queda
otro tanto por vivir equivalente a lo ya vivido. Me queda el doble de años de
vida adulta que los recorridos. ¿Acerté con lo experimentado hasta ahora?, ¿era
esa la cara de la felicidad o hay algo más en mí que es imposible de enmudecer?
¿Y en ti? Su necesidad de salir a flote puede ser la causa que provocase
cambios en tu vida, tal vez, aunque te den la vuelta. Y entonces, ¿por qué no
una nueva vida?, ¿por qué no un nuevo
modo de hacer las cosas?, ¿por qué no ir quitando capas, para por primera vez
ir degustando fase a fase, minuto a minuto, lo que es reconstruir una nueva
versión modernizada y más acorde con tu yo actual? Sin esperar a que nada te
venga de serie, a que sea algo que te den hecho, a levantarte un día con ello
instalado en ti. Sino descubrir que quizás, solo quizás, esta sea la verdadera
cara de algo que no conocías o creías de otro color. Y no por ello estás
renunciando a la seguridad que da saber qué tienes y dónde lo tienes, ni
renunciando a sentirte cuidado y a salvo, pero nada de esto es un dibujo, ni un
mecano construido.
Eso
es vivir. Tal vez al filo. Vivir. Y no cumplir requisitos de vida, sino ir en
busca de lo extraordinario que en ti habita para que no muera. Para que no te
lo maten. Te lo debes.
0 comentarios