PEQUEÑOS ESBOZOS: Una mezcla especial

By María García Baranda - agosto 07, 2017





     Sé de sobra que mi risa puntual a carcajadas, mis bromas, mi tono distendido pueden tapar el aspecto de mi carga sensible. Sé que el remango con el que camino, el contoneo  al paso, el ruido del tacón que gasto o las pestañas pintadas dan la imagen de un movimiento airado y sin cerrojos. Sin freno. Que mis ganas incansables de hacer cosas, de hablar de aquellos temas hasta caer dormida, de explotar los momentos, de investigar aquí y allá, y averiguar el todo que se esconde por debajo del todo, no parecen mostrar que repliego las alas ni aun cuando estoy dormida. Pero eso es lo curioso. Que yo soy todo eso y también soy lo opuesto. Compresiva exigente. Tolerante al dedillo. No te deslices mucho, que te lo haré saber. Y quizás si me explicas, hasta pueda entenderlo. Y no diga ni mú. Ya lo veremos. Hasta el amanecer. Y también... un silencio pausado y reflexivo. Una tarde en un libro. Las ganas de hacer nada acurrucada debajo de una manta. Una siesta infinita. Una peli con más de treinta años. O de los años treinta. La cara sin pintar y el pelo recogido. Descalza y sin remango. Cero conversación, que estoy pensando. Las alas guardaditas hasta que me las ponga. O la charla banal en la que lo especial tan solo son las risas. O el llanto. O lo animal. Eso depende de lo que necesite. Y también soy nostalgia. Y esa chica que es frágil y que te echa de menos. Y espera que la cuides. Que no tiene respuesta siempre, ni para todo, aunque a veces la invente como si fuera un juego. Que no siempre pelea o reivindica, sino que a veces cede y se deja llevar. Todo eso soy yo. Esa mezcla confusa, tal vez desconcertante, porque nunca sabrás cuándo seré tornado y cuándo brisa. No lo sabré ni yo. Tal vez a un tiempo. Y va a depender siempre de las necesidades.  Nada me impide volar. Nada me impide quedarme. Combino ambas acciones de puro amor. De puro gusto. De pura yo. Pero que sea puro. Que no me van las copias, los plagios ni los juegos de vida. Y si he de echar el vuelo, lo echaré. Eso dependerá de la velocidad a la que gire el mundo. De eso. Y de algo muy sencillo. Muy sencillo y muy limpio: de la dosis de ganas que pongas cada día en hacerme sentir que te soy especial. Así, sin más. Entre tú y yo. Asi entre nos. Sin eso nada. Y no podré evitarlo. 





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